El otro día leí un artículoref sobre una investigación llevada a cabo por la universidades de Würzburg y Nottingham Trent. En él, el 37,4% de los participantes del estudio le dan la misma o más importancia a sus teléfonos que sus mejores amigos.
¿De qué va esto? ¿Están locos?
Los resultados van más allá. El 29,4% de los participantes le da tanta importancia a su smartphone como a sus padres.
Esto es enserio, no se trata de una noticia del mundotoday…, ¿soy el único que piensa que esto es un disparate?
Yo soy el primero que llevo todo el día el teléfono en el bolsillo. Y que si alguna vez me lo olvidó en casa, me siento desnudo, como si me faltase algo, pero aún así, no se me ocurre comparar el valor que tiene mi móvil con el de mi familia, están a universos de distancia.
¿En qué clase de sociedad nos estamos convirtiendo?
Y es que los teléfonos son peligrosos. No solo porque nos causan estrés, ansiedad e incluso depresión, sino porque nos cambian el comportamiento.
¿Cuándo fue la última vez que viste una película sin mirar al móvil? ¿Y un programa de la tele? ¿Has checkeado el móvil alguna vez sin ni siquiera pensarlo?
Los teléfonos móviles nos han acostumbrado tanto a las distracciones que prácticamente las necesitamos. Nuestra ventana de atención se reduce cada vez más. Nos cuesta trabajo leer, porque no somos capaces de mantener la atención fija por más de 5 segundos. No nos acordamos de las películas que hemos visto, porque estábamos mirando el móvil más que la película…
Y la culpa la tienen las constantes notificaciones que nos interrumpen y que nos han acostumbrado a mirar el móvil de manera tan natural como el respirar. Inconscientemente.
¿Has sentido ansiedad alguna vez al no poder checkear el móvil?
Y es que, comprobar constantemente el móvil nos da la sensación de tener el control, cuando en realidad, el control lo tiene nuestro móvil.
Y la realidad, es que estamos constantemente recibiendo notificaciones de cosas que, en realidad, no son importantes.
Cambia a tu móvil para cambiarte a tí
El mismo estudio, analiza cómo afecta nuestra productividad cuando tenemos el móvil a nuestro alcance…
Los investigadores hicieron una prueba de concentración a los participantes bajo cuatro situaciones diferentes: con el móvil en el bolsillo, el móvil en la mesa, el móvil encerrado en una taquilla y con el móvil fuera de la habitación.
Seguro que ya sabes cuáles van a ser los resultados, ¿verdad?
Así es, los resultados no dejaron lugar a las dudas. Los peores resultados se dieron cuando los teléfonos estaban colocados sobre la mesa, con el teléfono en la posición más accesible. Los resultados fueron mejorando a medida que ponían más capas que los alejaban de sus smartphones. Al final, sin la capacidad de acceder a esa fuente de distracciones -que nos hace sentir tan bien, pero que nos hace tanto mal- los participantes consiguieron mejorar sus puntuaciones en un 26%.
Un 26% es una pasada. Imagina que en vez de salir de trabajar a las 6 de la tarde, pudieses salir a las 4.
Ya lo sé, no es tan fácil. Pero si todos sabemos o intuimos que los móviles nos perjudican tanto en algunos aspectos de la vida, ¿por qué nos empeñamos en seguir usándolos mal?
Por eso, durante los últimos meses he ido cambiando cómo uso mi teléfono, y la verdad, no puedo estar más contento.
Los cambios que mejor me han ido son:
- Desactivar todas las notificaciones, salvo las llamadas. Esto incluye quitar los sonidos, la vibración y los mensajes en pantalla. Así, solo consulto las aplicaciones cuando yo quiero, no cuando “ellas me lo piden”.
- Me he salido de todos los grupos de Whatsapp y canales de Telegram posibles. Tan solo he dejado los grupos de amigos cercanos y de familiares.
- He borrado todas las aplicaciones de noticias y aun así, me sigo enterando de todas las noticias importantes.
- El uso principal del móvil es para tomar fotos, vídeos, llamadas, mensajería instantánea y tomar notas.
- El uso secundario del móvil es para consumir contenidos de calidad. Música, podcasts, audiolibros, leer algún libro y ver vídeos de YouTube (porque también necesito distraerme de vez en cuando).
Todo esto me ha servido para dejar de estar pendiente de las notificaciones. No significa que no responda los mensajes de la gente, pero lo hago cuando me apetece, no cuando me lo dice una notificación. Así he conseguido dominar a mi móvil y no que él me controle a mí.
Y es que las distracciones que nos causa el móvil nos afectan más de lo que nos pensamos. He conseguido usar mi móvil de una manera más responsable. Sigo llevando la misma vida (trabajo, gimnasio, familia…) pero estoy mucho más tranquilo y me da la sensación de que consigo hacer más cosas a lo largo del día.
Me gusta mi móvil, pero no lo necesito
Los que diseñan los teléfonos y las apps que utilizamos son muy inteligentes y su objetivo es hacernos dependientes de ellos, para que de esta manera consumamos su contenido o compremos sus productos.
Es bueno darse cuenta de esto, para no caer en sus trampas.
No nos engañemos, el móvil supone para muchos de nosotros una multiherramienta muy valiosa, que usado de manera adecuada puede ayudarnos a aumentar nuestra productividad, pero que si lo usamos mal también puede perjudicarnos.
Por eso viene bien recordarse a uno mismo que no debemos complicar las cosas en exceso. Si mantenemos el cómo interactuamos con nuestro móvil de una manera sencilla, conseguiremos mejorar nuestra atención y con ella, nuestra productividad.
Merece la pena que lo pruebes.